Predicaciones

I        MENSAJE CENTRAL

Hoy Dios nos hablará en su palabra del poder que tiene el mantener nuestros ojos en Jesús y meditar en él en todo tiempo y circunstancia.

 

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II          INTRODUCCIÓN 

Mirar a Jesús en todo tiempo y en toda circunstancia es lo mejor y más poderoso que puedes hacer, aunque el mundo e, inclusive, algunos creyentes te dirán que eso es poco práctico a la hora de ir tras tus metas o de querer salir de alguna circunstancia difícil.

Pero la Biblia lo enseña así:

(RVR60) 2ª Corintios 3.18 “18Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.”

Aquí dice la Escritura que nuestra transformación vendrá si miramos a Jesús.

Esto no se puede entender bien si no se medita y solo se lee. 

Así que hoy vamos a aprender a meditar en la palabra y ver el poder que tiene mantener nuestra mirada solo en él y no en nosotros y nuestros esfuerzos.

De aquí que el mensaje de hoy lleva por título: MANTÉN TU MIRADA EN JESÚS. Descubriendo el poder de la meditación Bíblica.

 

III      EL PODER DE MEDITACIÓN BÍBLICA 

En esta primera parte vamos a hablar de la importancia y el poder que tiene la meditación Bíblica.

La palabra meditar o meditación la hemos asociado con el yoga o con algunas otras disciplinas orientales, pero no con la palabra de Dios.

Pero déjeme decirle que la palabra de Dios nos manda a meditar en su palabra.

Nunca verá que la Escritura nos anime a leer la palabra, pero si nos da promesas si meditamos en ella.

Encontrará que antes se leía la ley y los profetas a la congregación porque no había imprentas y solo, prácticamente, las sinagogas tenían los rollos con los Libros que hoy conforman nuestra Biblia.

Definición del diccionario

Veamos que dice el diccionario qué es meditar, de hecho, tiene dos significados, el primero:

  1. Orar mentalmente sobre algún tema religioso o trascendente.

Este primer significado, tal vez, sea el que más se Isaí se conoce, y cuando nos dicen que alguien está meditando, se nos viene a la mente una persona rapada de la cabeza, sentada con las piernas cruzadas en flor de loto, en la cima de una montaña, con los ojos cerrados y pensando en la inmortalidad del cangrejo.

Vamos al segundo significado:

  1. Pensar y considerar un asunto con atención y detenimiento para estudiarlo, comprenderlo bien, formarse una opinión sobre ello o tomar una decisión.

Este es el significado del que queremos hablar hoy.

Y la definición dice que meditar incluye: Pensar, poner atención y estudiar algún asunto para comprenderlo bien y formarse una opinión sobre el tema.

La meditación Bíblica implica, la mayoría de las veces implica, no solo formarse una opinión, sino que al meditar se formará una creencia que sumará a nuestra fe, por eso es importante meditar en la Escritura y no solo leerla.

La promesa de la meditación Bíblica                                                            

Hay dos versículos acerca de la meditación Bíblica que nos dan una misma promesa:

(RVR60) Josué 1:8 “8Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.”

Dios le dijo a Josué que la prosperidad de la conquista de la tierra prometida comenzaba con la meditación de la ley.

No lo mandó a leer la ley, lo mandó a meditar.

(RVR60) Salmos 1:1-3 “1Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, Ni estuvo en camino de pecadores, Ni en silla de escarnecedores se ha sentado; 2Sino que en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche. 3Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, Que da su fruto en su tiempo, Y su hoja no cae; Y todo lo que hace, prosperará.”

Aquí habla del que se deleita meditando en su palabra y dice que todo lo que haga prosperará.

Así es como la misma Escritura nos anima a meditar en ella como un principio para prosperar en todas las áreas de nuestra vida, la salud, el matrimonio, los hijos, la escuela, la universidad, el trabajo, el dinero, los negocios, el ministerio, en todo.

¿Cómo meditar?

Aquí te puede surgir una pregunta, ¿Cómo debemos meditar los cristianos?

Vamos a enseñar como debemos hacer la meditación Bíblica:

La palabra meditar de estos dos versículos es la palabra hebrea “Hagah”, que significa “murmurar o hablar en voz baja”.

Así que de lo que se trata la meditación Bíblica es de “darle voz a la Escritura”, en esencia sería como decírtela a ti mismo.

El rumiar de las vacas

¿Has visto rumiar a alguna vaca?

¿No sé si te has dado cuenta de que la vaca lo que hace es masticar su alimento, tragarlo y luego regurgitarlo para volverlo a masticar y volverlo a tragar? Bueno, a esto se le llama rumiar.

Esta puede ser una imagen de lo que para nosotros sería la meditación Bíblica, al leer un pasaje debemos leerlo en voz alta para nosotros, eso sería murmurarlo, y repetirlo varias veces en voz alta, para que, como dice la definición de meditar, podamos pensar, poner atención y estudiar el versículo o el pasaje, para comprenderlo bien y formarnos una opinión o una creencia correcta sobre de él.

Ahora entenderás con mayor claridad porque dice la Escritura como podemos aumentar nuestra fe:

(NVI) Romanos 10:17 “17 Así que la fe viene como resultado de oír el mensaje, y el mensaje que se oye es la palabra de Cristo.”

Hoy usted sabe que tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo Testamento hablan de Cristo.

Toda la Escritura habla de Cristo, en el A.T. Cristo está escondido y en el N.T. Cristo está revelado, pero leer en voz alta la Escritura, con detenimiento, pensando y estudiando, es lo que hará que creas bien, y tu fe crezca y se fortalezca. ¿Me pudo seguir?

Bajo el Nuevo Pacto, tenemos que meditar y reflexionar en la persona de Jesús cuando leemos la Escritura, porque Él es el Verbo hecho carne, la palabra hecha carne, y si meditas en su amor, su gracia, su favor, su justicia, su perdón y su bondad, tendrás buen éxito en la vida.

 

IV      EL PODER QUE HAY EN MIRAR A JESÚS

Una vez entendido el término meditar, en esta segunda parte vamos a meditar acerca del poder que hay en mirar a Jesús y no poner nuestra mirada en nuestros propios esfuerzos.

Vamos a la Biblia:

Mateo 14:22-33 “22En seguida Jesús hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a la otra ribera, entre tanto que él despedía a la multitud. 23Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo. 24Y ya la barca estaba en medio del mar, azotada por las olas; porque el viento era contrario. 25Mas a la cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos andando sobre el mar. 26Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: ¡Un fantasma! Y dieron voces de miedo. 27Pero en seguida Jesús les habló, diciendo: ¡Tened ánimo, yo soy, no temáis! 28Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. 29Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. 30Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! 31Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? 32Y cuando ellos subieron en la barca, se calmó el viento. 33Entonces los que estaban en la barca vinieron y le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios.”

Este es uno de los milagros más grande que narra la Biblia, porque la ciencia dice que nadie puede caminar sobre el agua sin hundirse, y el apóstol Pedro lo hizo, y en plena tormenta.

Mientras Pedro mantuvo sus ojos en Jesús, pudo hacer lo imposible, pudo hacer lo sobre natural, pudo caminar sobre el agua.

Cuando Pedro quitó su mirada de Jesús, digamos que volvió a ser normal y como cualquiera de nosotros, se hundió en el agua.

Si él se hubiera mantenido mirando a Jesús él hubiera podido seguir caminando sobre el agua en medio de esa tormenta.

¿Y sin tormenta?

Ahora, imaginemos que no hubiera habido tormenta, que esa noche era una noche donde el mar estaba en total calma, ¿Pedro hubiera podido caminar solo sobre el agua?

¡Claro que no! Caminar sobre el agua, dice la ciencia, que es imposible para el hombre, así que la tormenta no tuvo nada que ver con la “habilidad sobrenatural” de Pedro de caminar sobre el agua.

¿Qué lo mantenía caminando en el agua? Su mirada en Jesús.

Y esto nos enseña que en tiempos los difíciles de tormentas de la vida o en tiempos de plena calma, lo mejor y más poderoso que podemos hacer es mantener nuestra mirada en Jesús.

¿Manos a la obra?

La gente te dirá que eso es poco práctico, que debes “ponerte manos a la obra”, y sí, seguro que deberás hacer varias cosas para salir de esa tormenta, pero lo primero que debemos hacer es mantener nuestra mirada en Jesús.

Cuando mantienes tu mirada en Jesús cosas sobrenaturales suceden.

Hay personas que creen en Jesús, pero cuando algo va mal en su vida, se desesperan y comienzan a creer más en sus esfuerzos propios que en el poder que tiene mantener la mirada en Jesús.

Somos como Jesús

Cuando la Biblia dice: Que mirando a Jesús somos transformados de gloria en gloria en su misma imagen, este versículo lo explica así:

(RVR60) 1ª Juan 4:17(b) “pues como él es, así somos nosotros en este mundo.”

Cuando te mantienes enfocado en él, eres transformado de gloria en gloria a su imagen, como es él, así eres tú.

Eres transformado al contemplarlo, no por tus obras o por tus esfuerzos.

Levántate por encima de tus días difíciles

Cuando veas que Jesús está por encima de tus días difíciles te levantarás sobre de ellos de una manera sobre natural, sin esfuerzo.

Ninguna cantidad de esfuerzo propio hubiera ayudado a Pedro a caminar sobre el agua, ni, aunque el mar estuviera en calma, mucho menos en un día de tormenta.

Cuando lo pudo hacer fue simplemente porque estaba mirando a Jesús.

Mucha gente te puede decir que mirar a Jesús es un acto inútil, pero, según la Biblia, es lo más práctico y poderoso que puedes hacer.

Mantener tus ojos en él significa, mantenerte creyendo y confiando en él en todo tiempo.

Entre más lo hagas, te volverás más como él, te llenarás de su sabiduría, su salud, de su fuerza y de su vida.

Te invito a que medites en esto, que puedas leerlo con atención, pensar en esto, estudiar los versículos para comprenderlo bien y formarte una nueva creencia correcta sobre él, además de que lo leas murmurando en voz baja para ti, para que oigas y oigas la palabra de la gracia de Cristo y tu fe sea aumentada y fortalecida.

 

V       NO ES LO QUE TIENES, SINO A QUIEN TIENES

En esta última parte del mensaje quiero que meditemos y reflexionemos que no se trata de lo que tenemos o de lo que podemos hacer, sino de a quien tenemos y de lo que él puede hacer para nosotros.

Vamos a la Biblia:

(RVR60) Génesis 39:1-2 “1Llevado, pues, José a Egipto, Potifar oficial de Faraón, capitán de la guardia, varón egipcio, lo compró de los ismaelitas que lo habían llevado allá. 2Mas Jehová estaba con José, y fue varón próspero; y estaba en la casa de su amo el egipcio.”

¿Cómo podríamos considerar a alguien que estaba a punto de ser vendido como esclavo una persona próspera?

Lo último que el mundo diría de José es que era un hombre próspero, pero Dios afirma que José era un varón próspero.

La definición divina de prosperidad es muy diferente a la del mundo.

Mientras el mundo dice que una persona próspera es aquella que tiene una buena posición económica, poder, influencia y/o cosas materiales, Dios dice que una persona es próspera si Él esta con ella.

Así que José era un varón próspero porque Dios estaba con Él.

No es lo que tienes sino a quien tienes

En Génesis 39:2 podemos ver que la prosperidad que viene de Dios no depende de lo que tengas sino de a quien tengas.

Puedes no tener cosas materiales, puedes no haber logrado aún cosas importantes o simplemente, puede que aún no logras tus metas, pero si tienes a Jesús, eres una persona próspera.

Lo que debemos perseguir

Debemos meditar en esto: En que debemos dejar de perseguir cosas y mejor perseguirlo a Él.

Uno de los “secretos de la gracia” es que perseguirlo a Él se trata de recibirlo a Él y recibir todo lo que Él ha hecho por nosotros en la cruz, no de hacer esfuerzos propios para “ganar” su presencia y su benevolencia.

José no tenía nada

No podemos imaginar que alguno de nosotros comenzara su vida adulta en una peor situación que la de José.

José no tenía nada, estaba desnudo, no tenía una cuenta bancaria, no tenía estudios, ni amigos, ni relaciones importantes, estaba en la parte más baja de la pirámide social de Egipto, y aun así la Biblia registra que era una persona próspera, porque Dios estaba con Él.

Bueno, sí al igual que José piensas que no tienes nada, puedes empezar a creer en el poder de la presencia de Dios en tu vida, porque si tu recibes la presencia de Dios, a través de recibir la obra de Cristo en la cruz, tú también al igual que José, puedes considerarte a partir de hoy una persona próspera.

Conviértelo en oración

Cada mañana al despertar puedes orar diciendo: El Señor Jesús está conmigo, por tanto, soy una persona próspera.

Puedes pegar esta oración en el espejo del baño y en tu recamara y por toda tu casa, para que pase lo que pase, siempre creas y que eres una persona próspera, no por lo que puedes hacer o por lo que has conseguido, sino porque el Señor Jesús subió a la cruz para poder estar contigo siempre.

(RVR60) Mateo 28:20(b) “y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.”

Cuando tienes a Jesús en tu vida, ¡ya no estás tratando de ser próspero, eres próspero!

VI      MINISTRACIÓN

Medita en esto y en todo este mensaje, por esto Dios nos ha puesto siempre en el corazón que les compartamos las notas del mensaje, ahora sabemos que son más que necesarias y útiles para meditar en la palabra recibida, poner atención, estudiar y hablarla en voz baja, murmurándola para nosotros, y así nuestra fe la recibirá mejor e iremos incrementando nuestras creencias en el poder que hay en mantener la mirada en Jesús y saber que somos prósperos por tenerlo a Él y no por nuestros propios esfuerzos.

¡Aleluya!

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