I MENSAJE CENTRAL
Hoy vamos a hablar de: La queja y la amargura.
Voy a decirle de qué va a tratar el mensaje de hoy en una frase: Cada vez que experimentamos dolor o la frustración tenemos la tendencia de quejarnos culpando a alguien o a algo.
Hoy Dios nos va a enseña en su palabra como salir de esa espiral descendente llamada queja, para poder seguir adelante en nuestro ascenso hacia la conquista de esa montaña que Dios nos prometió.
II INTRODUCCIÓN
Muchas veces cuando atravesamos por momentos de dolor o situaciones difíciles, nuestra primera reacción es quejarnos y echarle la culpa a alguien o a algo.
El pueblo de Israel en el desierto no fue diferente.
Ellos estaban siguiendo a Moisés hacia lo que les había dicho que sería una tierra buena y ancha donde fluía leche y miel, pero lo que ellos veían y sentían sólo era un desierto árido para cualquier lado al que miraran.
Fueron kilómetros y kilómetros los que ellos caminaron llenos de cansancio, sed y hambre, eso no les gustó y comenzaron a quejarse y no pararon.
(NTV) Números 11:4-6 “4 Entonces la gentuza extranjera que viajaba con los israelitas comenzó a tener fuertes antojos por las cosas buenas de Egipto. Y el pueblo de Israel también comenzó a quejarse: «¡Oh, si tuviéramos un poco de carne!—exclamaban—. 5 Cómo nos acordamos del pescado que comíamos gratis en Egipto y teníamos todos los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos que queríamos. 6 ¡Pero ahora lo único que vemos es este maná! Hasta hemos perdido el apetito».”
Ellos escucharon las voces de gente que no era del pueblo de Dios y comenzaron a imitarlos en sus quejas.
Esas quejas los llevaron a más quejas y más quejas, hasta que Dios se enojó con ellos:
(NTV) Números 11:10 “10 Entonces Moisés escuchó los lloriqueos de las familias a la entrada de sus carpas y el Señor se enfureció. Moisés también estaba muy molesto,”
La realidad es que la queja enoja a Dios, si bien es cierto, parece algo “terapéutico”, porque nos “hace sentir que nos desahogamos”, pero la realidad que es que quejarnos no nos lleva a ninguna parte, es como una especie de callejón sin salida.
De aquí que el mensaje de hoy lleva por título: CALLEJÓN SIN SALIDA. La queja no te llevará a ningún lado.
III LA QUEJA SE ALIMENTA DE LA AMARGURA
Esta primera parte se llama: La queja se alimenta de la amargura.
(RVR60) Hebreos 12:15 “15Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados;”
La amargura es tan peligrosa que puede hacer que la gente no pueda creer en la gracia y el favor de Dios.
Todos nosotros, sin darnos cuenta, podemos tener una raíz de amargura en nuestros corazones que nos lleva a estarnos quejando todo el tiempo en alguna área específica de nuestra vida.
Si bien no nos quejamos de toda nuestra vida, puede ser que haya algún área en la que sí sea constante la queja.
La razón de las quejas de Israel.
El pueblo de Israel se quejó todo el tiempo, desde que salió de Egipto, pero antes de hacer juicio de ellos y mover la cabeza diciendo, “hay, estos judíos”, entendamos lo que ellos vivieron:
El pueblo de Israel vivió 430 años como esclavos, eso significa que vivieron bajo la tiranía de Egipto, ellos eran brutalmente tratados, abiertamente oprimidos y perseguidos.
(RVR60) Éxodo 3:7 “7Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias,”
(RVR60) Éxodo 6:9 “9De esta manera habló Moisés a los hijos de Israel; pero ellos no escuchaban a Moisés a causa de la congoja de espíritu, y de la dura servidumbre.”
Ellos la pasaron muy mal, es lógico pensar que tuvieron abuso psicológico, les hacían promesas de recibir premios, comida, descanso y cosas buenas, pero todo terminaba con mentiras y engaños, porque el propósito de los egipcios era romperles el alma deliberadamente para que no se insubordinaran.
(RVR60) Éxodo 1:8-14 “8Entretanto, se levantó sobre Egipto un nuevo rey que no conocía a José; y dijo a su pueblo: 9He aquí, el pueblo de los hijos de Israel es mayor y más fuerte que nosotros. 10Ahora, pues, seamos sabios para con él, para que no se multiplique, y acontezca que viniendo guerra, él también se una a nuestros enemigos y pelee contra nosotros, y se vaya de la tierra. 11Entonces pusieron sobre ellos comisarios de tributos que los molestasen con sus cargas; y edificaron para Faraón las ciudades de almacenaje, Pitón y Ramesés. 12Pero cuanto más los oprimían, tanto más se multiplicaban y crecían, de manera que los egipcios temían a los hijos de Israel. 13Y los egipcios hicieron servir a los hijos de Israel con dureza, 14y amargaron su vida con dura servidumbre, en hacer barro y ladrillo, y en toda labor del campo y en todo su servicio, al cual los obligaban con rigor.”
Así que el pueblo de Israel se fue amargando después de todos esos años y eso los volvió escépticos y desconfiados, por eso no pudieron confiar en que Dios cumpliría sus promesas, pues no sabían cómo confiar, ya por más de cuatrocientos años fueron engañados vez tras vez.
La historia de Israel puede parecerse a la tuya en algún punto de tu vida, donde te engañaron, se burlaron, te traicionaron y, literalmente, te rompieron el alma, generando en tu corazón una raíz de amargura que te ha llevado a quejarte y quejarte en esa área o áreas de la vida.
Podemos concluir esta parte diciendo que es importante que utilicemos la historia de Israel para analizar si tenemos alguna raíz de amargura tras de esa área de la vida en la que nos la pasamos quejándonos y quejándonos.
IV DIOS NOS SANA DE TODA RAÍZ DE AMARGURA
Esta segunda parte se llama: Dios sana toda raíz de amargura.
Mira lo que le pasó al pueblo de Israel:
(NVI) Éxodo 15:22-25 “22 Moisés les ordenó a los israelitas que partieran del Mar Rojo y se internaran en el desierto de Sur. Y los israelitas anduvieron tres días por el desierto sin hallar agua. 23 Llegaron a Mara, lugar que se llama así porque sus aguas son amargas, y no pudieron apagar su sed allí. 24 Comenzaron entonces a murmurar en contra de Moisés, y preguntaban: «¿Qué vamos a beber?» 25 Moisés clamó al Señor, y él le mostró un pedazo de madera, el cual echó Moisés al agua, y al instante el agua se volvió dulce.”
Imaginen la escena del pueblo de Dios llegando con mucha sed, después de caminar por el desierto árido, a querer beber el agua de ese arroyo y cuando lo prueban resulta que sabe amarga, y lo amargo del agua los hace quejarse y preguntar ¿Qué vamos a beber?
Como estamos aprendiendo hoy, la amargura en el corazón de la gente los lleva a quejarse.
Ahora, imagínate la cara de ellos cuando Moisés arroja el pedazo de madera y les dice que pueden volver a beber, y ellos toman el agua con sus manos y temerosos las llevan a la boca, y el sabor es dulce.
¡Wow! Que cambio, imagínate sus caras pudiendo beber, dándole de beber a sus hijos y bestias.
Amado, eso es lo que Dios quiere hacer por ti: Él quiere convertir en dulce toda la amargura que puedas tener en una o varias áreas de tu vida, y restaurar tu esperanza en que cosas buenas pueden sucederte.
Ese pedazo de madera es figura de la obra consumada de Cristo en la cruz.
Es una pintura del amor del Padre demostrado cuando envió a su Hijo a la cruz para comprar todas las cosas buenas para tu vida.
Amado, la cruz no sólo es la imagen de una promesa hecha, sino de una promesa cumplida.
De igual manera que el pueblo de Israel ese día, cuando comienzas a beber profundamente del dulce amor del Padre revelado para ti en la cruz, permites que Su Sanidad comience a sanar esas heridas que han provocado la amargura en tu vida.
Al tomarte el tiempo para escuchar sermones acerca de su gracia y su favor inmerecido y meditar en su amor, su dulzura y su bondad, vas permitiendo que eso restaure tu corazón y saque todo aguijón de amargura que haya en tu vida.
El Señor quiere que pruebes y veas que él es infinitamente bueno para ti, y cómo lo hizo Israel, tú te alejes de ese lugar llamado Mara en tu vida y dejes atrás toda amargura y vayas hacia adelante por todas aquellas cosas buenas que el Padre tienen para ti.
(TLA) Romanos 12:2 “2 Y no vivan ya como vive todo el mundo. Al contrario, cambien de manera de ser y de pensar. Así podrán saber qué es lo que Dios quiere, es decir, todo lo que es bueno, agradable y perfecto.”
Recuerda que su deseo para ti es que te sucedan sólo cosas buenas, agradables y perfectas.
Así que podemos concluir esta parte del mensaje diciendo que Dios quiere y puede sanar todo aquello que te provoca amargura en tu corazón, a través de su gracia y favor derramados en ese “pedazo de madera” en forma de cruz.
V ¿QUÉ HACER EN VEZ DE QUEJARNOS?
Esta última parte se llama: ¿Qué hacer en vez de quejarnos?
Además de saber que la queja implica tener una raíz de amargura, estamos aprendido que, si recibimos su gracia, eso nos irá sanando toda raíz de amargura.
Pero a la par, veamos que podemos hacer cuando aparezca alguna situación de dolor o frustración que nos lleve a quejarnos.
Tomemos el ejemplo de lo que hizo un hombre llamado Jabes.
En la Biblia, el 1er Libro de Crónicas comienza haciendo una descripción de la genealogía de las doce tribus de Israel, en el capítulo 4 le corresponde el turno a la tribu de Judá, y del verso 1 al verso 22 sólo narra los nombres de los descendientes de la tribu de Judá.
Pero Esdras, que es el escritor del Libro de Crónicas, hace una pausa en su relación de nombres, nombres y más nombres y en dos versículos nos cuenta quien fue Jabes:
(RVR60) 1 Crónicas 4:9-10 “9Y Jabes fue más ilustre que sus hermanos, al cual su madre llamó Jabes, diciendo: Por cuanto lo di a luz en dolor. 10E invocó Jabes al Dios de Israel, diciendo: ¡Oh, si me dieras bendición, y ensancharas mi territorio, y si tu mano estuviera conmigo, y me libraras de mal, para que no me dañe! Y le otorgó Dios lo que pidió.”
Dice que Jabes fue más ilustre que sus hermanos, otras versiones dicen: más importante o más honorable.
Nos dice que se llamó Jabes porque su mamá cuando lo dio a luz sufrió mucho dolor.
En hebreo Jabes significa: Doloroso o hacedor de tristeza.
Imagínate a la mamá que le puso ese nombre para que no se le olvidara los dolores de parto y la tristeza que le provocó su nacimiento.
Imagínate que tú llevaras un nombre a cuestas que significara el dolor o tristeza que le provocaste a la familia nacer. Sería una carga muy pesada ¿cierto?
Pero un hombre con esa carga hizo una oración audaz a Dios en vez de quejarse y le dijo: Si me dieras bendición y aumentaras mi territorio, que representa lo material.
También pidió protección y que lo librara del mal, como Jesús nos enseñó en el Padre Nuestro.
Y dice que Dios le otorgó lo que pidió y lo llamó: Honorable.
El Espíritu Santo se encargó de parar toda la lista de nombres de varios capítulos para hacer resaltar, en unos pocos renglones, la audacia de la oración de Jabes.
Y esto es lo que debemos hacer en vez de quejarnos: Pida a Dios que rompa el círculo vicioso en el que se encuentra entre amargura y queja y pida que Dios lo bendiga en esa área y que le ensanche su territorio en esa área o áreas que le producen amargura y queja.
Dios ama las oraciones audaces, concretas, sencillas y llenas de fe en que Él lo quiere y puede hacer.
Mire como lo enseñó Jesús, Él está predicando y dice:
(NVI) Mateo 7:7-11 “7 »Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá. 8 Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre. 9 »¿Quién de ustedes, si su hijo le pide pan, le da una piedra? 10 ¿O si le pide un pescado, le da una serpiente? 11 Pues si ustedes, aun siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre que está en el cielo dará cosas buenas a los que le pidan!”
Jesús dice: Pidan, en vez de quejarse, porque al que pide se le dará.
Y háganlo creyendo y confiando en que, si usted quiere darles cosas buenas a sus hijos, cuanto más Su Abba Padre le dará cosas buenas a sus hijos que le pidan. ¿Amén?
Entonces podemos concluir que en vez de quejarnos de alguien o algo que nos haga sentir tristes, enojados o frustrados, oremos a nuestro Abba Padre y pidamos bendición en esa área y que nos ensanche el territorio en esas mismas áreas, confiados en que Él quiere y puede hacerlo.
VI MINISTRACIÓN
¿Está de acuerdo conmigo que la queja es como un callejón sin salida que no nos llevará a ningún lado?
Pero si nosotros ponemos atención a la amargura que nos provoca quejarnos y le entregamos a Jesús esas áreas de amargura y queja, Dios es bueno para endulzar nuestras vidas y si le pedimos confiadamente, Él quiere y puede darnos aún más abundantemente de lo que pedimos y entendemos.